martes, 26 de junio de 2012

Siempre el político de turno promete y promete pero nunca lo – mete –

Cúcuta; tierra de hermosas mujeres, bellas casas, sitios históricos, frontera más activa de Latinoamérica,  bonitos carros con placas venezolanas, y lo que no puede faltar en cada esquina, una venta de pastel de garbanzo.

Pero Cúcuta también es la sucursal de los huecos, de los crecientes homicidios, tierra de narcos y bacrim, que a la final vienen siendo los mismos bandidos, la misma ¡mierda! En donde el que hace un patrimonio económico sólo le esperan dos caminos; ser tildado por el gobierno como narcotraficante o lavado de activos, como es el caso de varias personalidades de la ciudad (muchas ya fallecidas)  o ser – vacunado – por los – paras – que son los dueños de la región, como es el caso de la mayoría de tenderos o microempresarios que apenas ganan para sostener sus familias, comprar la amortiguación a sus carros viejos, y pagar el predial de sus casas.

Hoy en día el trabajo de moda es ser –colaborador de las bacrim –. En el barrio, el que menos pensamos, el señor del – chuzo – de la esquina, le pasa información a esta gente. Los niños que andan en ciclas por la calle, son enviados por esa gente. Las personas que caminan después de las 10:00 pm, son enviados por esa gente, entonces, ¿Dónde carajos está el gobierno?

La policía siempre que la comunidad pregunta, recita como un padre nuestro o un ave maría; los homicidios han bajado, los hurtos se han logrado contener, las amenazas han cesado, pero lo que los ciudadanos ven y perciben son cementerios cada día más llenos, amigos, familiares o conocidos, víctimas de robos de un celular, cicla, e incluso saquean más casas que en tiempos pasados, los denuncios por amenazas crecen tanto como la enfermedad del SIDA, entonces dónde quedan esas estadísticas señores comandantes. (Comandantes de la policía aclaro)

El presidente de la República, Juan Manuel Santos viene y lo pasean por la avenida libertadores, pero no se toman el trabajo de llevarlo por el canal Bogotá que se encuentra en pésimo estado, ni de transitar por las calles en donde hay semáforos, aunque no paren, para que por lo menos vea el caos que causan estos artefactos no sirvientes.

Siempre el político de turno promete y promete pero nunca lo – mete –

Los honorables Representantes y Senadores que elegimos en la región, sólo sirven para robar, robar pantalla en la televisión. Para comprar, no votos, no me mal interpreten, sino para comprar imagen positiva en los medios de comunicación, pero también sirven para generar empleo, pues hay mucho sicario que estaba aguantando hambre.

Pero ¿Hacen algo por la región? En realidad no. Se dedican a vivir en sus mansiones, (No me pregunten cómo 16 millones les alcanzan para ostentar esas vidas) de su casa quinta en Bogotá a su casa quinta en Cúcuta. Y los pobres – toches – (así nos llaman a los cucuteños) siempre estaremos – llevando del bulto – del bulto que nos regalan como mendigos los políticos, la corrupción y la misma sociedad que nos corroe.
Sólo espero que esta situación cambie, que por lo menos Juan Manuel Santos, nos quite la guerrilla de las vías rurales del departamento. Que Edgar Díaz, por lo menos genere unos puestos de trabajo, no de corbata para sus amigos; sino de pico y pala en mano reparando al menos la malla vial de Norte de Santander. Y esperemos que el mesías, perdón, y que Donamaris, tape al menos unos huecos de los millones que hay, porque si en algo es rica Cúcuta, aparte de políticos corruptos y gente maravillosa; es en grandes huecos y semáforos dañados.

Heider Logatto Cuadros.
Estudiante de Comunicación Social.

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