jueves, 28 de junio de 2012

El Zulia; historia desconocida, destino apetecido.

En la entrada principal de El Zulia, en plena Avenida 1, cruzamos a la derecha dos cuadras, exactamente entre avenidas 6 y 7, encontramos una casa de estructura antigua, con una memoria en piedra que le da la bienvenida a los turistas que vienen a visitar el municipio, fue una promesa que don Alfonso Villamizar le hizo al General.
Don Alfonso, un hombre de apariencia ya anciana, con su tranquila vejez más que ganada y ocho hijos, seis varones y dos mujeres, es uno de los pocos “patriarcas” que aún quedan y que vivió y es conocedor de las experiencias de este municipio, una voz aprobada para hablar del tema.

Llegó a vivir a El Zulia desde los dos años de edad y por ello dice que es completamente Zuliano, de alma y corazón.

Nos invitó a entrar a su casa, hasta antes del patio para que las tracto-mulas que pasan por la calle, no afectaran nuestra charla. En medio de un taller de zapatería ya viejo y sin usar, nos acomodó un  par de sillas, sillas en donde hasta hace unos años que el bolívar estaba en buen precio, se sentaban una gran cantidad de obreros a fabricar calzado, para su posterior venta en el mercado del vecino país, Venezuela.

Comenzó narrando las actitudes características del Zuliano, que son; buenas personas, unidas, solidarias, y colaboran entre ellos; “Aunque hay que empujarlos” dice don Alfonso.

Describe con palabras, cómo en su época se vio la necesidad de construir un colegio, un espacio formador en dónde brindar educación a los jóvenes que cada día eran más, y que no tenían una mente abierta para el mismo desarrollo de la comunidad porque lo único que les esperaba, era seguir los caminos de sus padres o familias; Empotrados en el monte, sin vivir por una comunidad. Y fue entonces cuando se concibió el nacimiento del colegio Marco Fidel Suarez.

En el año 1946, recuerda que “Era una casa viejita, yo cursaba primero primaria y estaba que se desarmaba de los años que tenía, y de la mala construcción que le hicieron al techo”, entonces se vio la necesidad de hacerle unas mejoras, y para poder traer los recursos y materiales para esa escuela, tocaba pasarlos por el río Zulia en canoa, pues el actual puente ni siquiera en proyectos estaba.

Ya para el año 1967 comenzó a funcionar como colegio, pero no había espacio para la cantidad de alumnos que había, puesto que empezaron a bajar de diferentes veredas a recibir el derecho a la educación.

Don Alfonso, a simple vista se ve que es una persona entregada y que le gusta trabajar por la comunidad, y vio que desde el concejo sería una plataforma para gestionar y conseguir recursos para ampliar el colegio, esa fue su obsesión. Y logró “hacer una barrida, sacamos 6 concejales del tacazo, y logramos tomar el poder decisorio”: Alfonso Villamizar.

Llegó al concejo con una voz de mando, exigencia y de trabajo por la comunidad.

Todavía no se había ampliado la instalación física del colegio, cuando empezaron a llegar también jóvenes de Cornejo y San Cayetano, entre otros municipios cercanos a El Zulia. En el año 1976, hasta entonces dice don Alfonso “estaban aguantaditos, pero llegó una inspección de Bogotá y consideraron que el Colegio no aguantaba y tocaba bajarle un nivel, dejarlo hasta 4 bachillerato, pues las condiciones eran malas, se encontraba fraccionado el plantel educativo”.

Don Alfonso, con su alma de lucha por el pueblo, invita a la comisión a un almuerzo, en donde les explica las problemáticas que están viviendo y por todo lo que han pasado para poder brindarles este espacio a los jóvenes. Fue entonces cuando la comisión le dice que le da seis meses de plazo para que por lo menos, construyan 1 aula y de este modo, se descongestionaría el colegio y podría prestar una mejor calidad de educación

La gobernadora de ese entonces; María Carmenza Arenas Abello, no les aprobó ni un peso para el aula que estaba gestionando don Alfonso, pero como Dios es tan grande; el 26 de mayo de 1976 se inauguraron las clínicas del Seguro Social, y el mismo Presidente de la República Alfonso López Michelsen hizo presencia en la ciudad. Presencia que aprovechó don Alfonso para lograr hablar con el Jefe de Estado sobre esta situación, dándole el visto bueno y tiempo después, la Gobernadora, les aprueba todo lo que necesiten para la obra a realizar.

Entonces se dio paso a la nueva remodelación del Colegio Marco Fidel Suarez.

Tiempo después de esto, vino  la nueva ola de políticos, por llamarlos de alguna manera, más corruptos, menos comprometidos con el pueblo, pero más comprometidos con el bolsillo personal, entonces a don Alfonso le quedan sólo dos caminos; volverse corrupto o retirarse. Y sin pensarlo dos veces, decide alejarse de la vida pública.

Saliéndose un poco del tema político, nos recordó que en su tiempo se jugaba el tejo, un tejo que ya no se ve, puesto que en ese tiempo era un tejo de piedra el cual era lanzado a 40 ms. que se encontraba la cancha. La otra distracción, recuerda don Alfonso, con un brillo en sus ojos similar al de un niño de diez años, como queriendo devolver unos 50 años el tiempo, las carreras en burro, pues ni siquiera había para caballo.

Las calles eran en tierra, en sus recuerdos, nos narra que El Zulia, era una especie de plan de tierra, en donde no se veían casas ni establecimiento como hoy. En las noches los niños salían en sus ciclas a recorrer todo lo que en ese tiempo era el casco urbano del municipio, y se gozaba de una forma sana “nada de marihuana, prostitutas, alcohol ni ningún vicio de esos” explica don Alfonso, el gran patriarca.

Con el pasar de los años, El Zulia que anteriormente era un corregimiento de Cúcuta, se convirtió en un municipio, con autonomía y sistemas políticos independientes de la capital Norte santandereana.

Llegó la expansión económica, y con ella, de la mano vino también la expansión agrícola, del campo, y las diferentes explotaciones de minerales que se dan en este espacio, como el carbón, que es uno de los fuertes de la región, y por supuesto el creciente número de habitantes, consolidándose en el municipio de El Zulia.

Hoy en día, si quiere dispersar el calor abrumador de Cúcuta, tome la vía hacia Atalaya, que lo conduce derecho a El Zulia, en donde encontrará un sinfín de número de balnearios para gozar de un ambiente familiar, propicio para pasar un buen fin de semana. Allí encontrará desde la famosa “Cuca con queso, o bocadillo”  hasta el apetecible pescado para realizar un buen hervido. Pero para todos los gustos hay, la carne a la vara es uno de los platos recomendados por los clientes de estos lugares. O el sancocho de gallina, de gallina criolla.

Hoy, El Zulia brinda seguridad, salud, educación, servicios públicos, y cada día, son más las mejoras que se le hace a este municipio que es uno de los atractivos turísticos para los visitantes de Cúcuta, pues quién no quiere echarse un chapuzón en el río, jugar tejo, bolo, pool o rana, en pantaloneta y descalzo, acompañado por supuesto de una cerveza bien fría y un buen vallenato al lado de su familia y amigos.

Cifras para recordar:

Economía:

El 7,9% de los establecimientos se dedican a la industria; el 57,8% al comercio; el 33,8% a servicios y el 0,5% a otra actividad.

Para consultar datos como su Historia, Geografía, Ecología, Vías de comunicación e Indicadores; recomendamos que visite su página web, es muy interesante y se hace ameno saber y conocer los datos de este pedacito de tierra al cual visitamos los cucuteños y queremos como tierra propia.


Heider Logatto Cuadros.
Estudiante de Comunicación Social.

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