sábado, 22 de septiembre de 2012

En Colombia claramente ni el Gobierno ni las Farc quieren la paz.


La paz es una palabra tan amplia, tan llena de sentimiento, de emociones que reactivan metas, proyectos y planes del pueblo que es poco comprensible oír a una persona jugar con ella, y más si es el presidente de un país.

Para `Wikipedia´ la paz es “como un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad, y en sentido negativo, como ausencia de inquietud, violencia o guerra”. Parece ser que los colombianos no hemos entendido el mensaje del presidente Juan Manuel Santos, digno representante de la traición y el engaño utilizados como armas para llegar al poder. El señor presidente nos vende otra nueva forma de paz, que a mi parecer debería hacérsela llegar a los dirigentes de `Wikipedia´ para que incluyan este nuevo significado que es: “La paz: Palabra con la cual se engaña a un pueblo, país o sociedad dándole prebendas, cargos públicos, abriéndoles el espacio para un partido político a terroristas que le han hecho daño a un grupo social (Colombia) durante más de 50 años para que vayan al Congreso, Alcaldías, Concejos, Gobernaciones, etc. Y lleven sus carros bomba, cilindros y tatucos, sus minas quiebra patas y los conviertan y traduzcan en leyes que se legislen para 46 millones de personas que fueron sus víctimas”

En nuestro país es absurdo hablar de paz cuando en el monte se están `dando bala´ las dos partes que negocian esta patraña que se está tejiendo. En las ciudades se ponen carros bomba, se incendian vehículos, se asesinas niños, ancianos, mujeres embarazadas y cualquier persona que caiga en estos actos terroristas. En las escuelas secuestran niños que luchan y se educan por intentar cambiar un país corroído por las mentiras y las falsas palabras de un Gobierno que no legisla para el pobre sino para su reelección.

Se debe empezar por un acto que demuestre la BUENA FE del que quiere hacer la paz; de lo contrario todo se convierte en un juego de ajedrez en donde los reyes son manejados a su antojo y el peón es el que muere intentando cumplir una falsa causa.

En Colombia claramente ni el Gobierno ni las Farc quieren la paz. Aquí, en Oslo, La Habana o en cualquier lugar o rincón del mundo, se está negociando el premio que recibirían miles de bandidos que han dejado en 50 años huérfanos, viudas, mutilados, sueños sin cumplir, y sobre todo; un muro de atraso cuyos cimientos fueron construidos por este y otros grupos al margen de la ley como consecuencia de sus actos desmedidos y de barbarie que consumen hoy a la sociedad desde el monte, y que dentro de poco nos consumirá aún más desde los estamentos más altos del Estado; desde el mismo Gobierno.

Estamos a la merced de que nos Gobierne un grupo de delincuentes cuyos amigos y socios han sido narcotraficantes, asesinos, terroristas, antisociales.

¿Qué podemos esperar de unos delincuentes que se han dedicado a lo largo del tiempo a desmembrar personas, tumbar en 5 minutos casas que las personas construyeron a lo largo de sus vidas, encadenan gente en el monte en condiciones que para un animal serían invivibles, extorsionan al pueblo que trabaja sanamente para llevar comida a su hogar, queman y acaban con el patrimonio de empresas que generan empleo, prestaciones sociales y aumentan la calidad de vida en una población?

Si eso lo hacen en el monte, sin la capacidad de legislar ni mandar; ahora ¿Qué carajos harán desde un congreso, una alcaldía, o gobernación? Sería una catástrofe que mi país, mi gente, no estamos en condiciones de asumir y menos de aceptar.

Para hablar de esta palabra de tan gran envergadura, para decir `queremos hacer LA PAZ´, como mínimo esta empresa terrorista debe dejar sus armas y someterse a un juicio que será justo, aceptando y respondiendo como personas por sus actos cometidos. Eso sería un gesto  de que sí quieren la paz. Pero si por lo contrario; piden INDULTO, olvido de todos los errores, horrores y atrocidades  que han cometido a lo largo de sus vidas como delincuentes y fuera de esto; que se les de trabajo como Senadores ganando $18 millones de pesos mensual entre otras cosas, mientras que el soldado al que le arrancaron las piernas por defendernos gana a penas para sobrevivir. Cómo el presidente puede hablar de paz si mientras está dando su discurso se oyen bombas en todo el territorio nacional, cómo el presidente habla de `buena fe´ si estos bandidos lo primero que hacen es negar que son narcotraficantes y negar que no tienen secuestrados, el cinismo es tal, que me recuerda lo que he leído sobre nuestra historia cuando Pablo Escobar ponía una bomba y al otro día enviaba una carta diciendo que no había sido él. Por Dios; todos queremos la paz, es el anhelo que tenemos inconscientemente desde el mismo momento en que nacemos, hasta el momento consciente en que morimos.

Imaginémonos a `Timochenko´ de presidente. `El médico´ ministro del interior. `Iván Márquez´ ministro de defensa.  `Rodrigo Granda´ canciller de la república.  Entre otras barbaridades. ¿Sería justo y sensato que eso pasara? En dónde quedan las miles de víctimas, los daños que han causado y que siguen causando, el costo que ha tenido para Colombia esta guerra de las Farc en contra de la población civil y del Estado. En dónde quedan las buenas personas que a lo largo de sus vidas han construido una trayectoria política sana en pro del servicio a la comunidad como lo observamos en la vida nacional siendo un claro ejemplo de la búsqueda y beneficencia de TODO EL PUEBLO el señor expresidente Álvaro Uribe Vélez, Oscar Iván Zuluaga, entre otras tantas personas de buenas convicciones e ideales que hay para resaltar en el país, ¿por qué tenemos que brindarle esas oportunidades a bandidos que lo único que han hecho es daño? Primero que paguen por sus actos como lo hace cualquier ciudadano de este país, y cuando estén libres de culpa y con una conciencia sana, ahí si reincorpórense a la vida y a una sociedad, pero empiecen desde donde todos empezamos. Empiecen desde donde yo estoy, porque le he hecho más bien al país yo que ustedes señores de las Farc, porque yo jamás he empuñado un arma para acabar con los sueños ni las metas de miles de personas, yo no me he puesto un camuflado para enriquecer a mi familia, ni mi papá fue jefe guerrillero para tener el dinero suficiente para mandarme a estudiar y prepararme en el exterior.

¡Yo sí quiero a Colombia. Yo sí quiero la paz. Pero no quiero impunidad; y menos que me gobierne quien ha matado al pueblo durante tantos años!
Heider Logatto Cuadros.
Estudiante de Comunicación Social.

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